Secuestros indiscriminados, decapitaciones casi diarias y narco-cárteles que se burlan de los agentes federales y los matan, convierten a México en uno de los mayores riesgos mundiales de seguridad, advierte Washington / La posibilidad de que el vecino de Estados Unidos pueda hundirse en la violencia y la anarquía representa un desafío inesperado para el próximo Gobierno de Barack Obama
Stephen Hadley, asesor en Seguridad Nacional de EU, dijo la semana pasada que el agravamiento de la violencia amenaza a México.
MEXICO, D.F., 18 de enero (AP).- Secuestros indiscriminados, decapitaciones casi diarias y pandillas que se burlan de los agentes gubernamentales y los matan. No, no es Irak ni Pakistán, es México, que según el Gobierno estadounidense y un creciente número de expertos se está convirtiendo en uno de los mayores riesgos mundiales de seguridad.
La posibilidad de que el vecino de Estados Unidos pueda hundirse en la violencia y la anarquía representa un desafío inesperado para el próximo Gobierno de Barack Obama. En su informe más reciente, sobre la previsión de posibles riesgos a la seguridad global, el Mando Conjunto de las Fuerzas Estadounidenses puso a México y a Pakistán en el mismo saco. Señaló que ambos países están en peligro de un “colapso veloz y repentino”.
“Las posibilidades de (que ocurra eso en) México parecen menores, pero el gobierno, sus políticos, policías e infraestructura judicial, todos están bajo una presión y un asalto sostenido de las pandillas criminales y los carteles del narcotráfico”, señaló el mando en el reporte, publicado el 25 de noviembre.
“La forma en que ese conflicto interno se desenvuelva durante los próximos años tendrá un impacto relevante en la estabilidad del Estado mexicano”.
El ex jefe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Michael Hayden, dijo el viernes a la prensa que México e Irán representarían los mayores desafíos para Obama, por encima incluso que Irak.
El Departamento de Justicia de Estados Unidos señaló el mes pasado que las bandas delictivas en México representan la “mayor amenaza del crimen organizado para Estados Unidos”. Stephen Hadley, asesor en seguridad nacional, dijo la semana pasada que el agravamiento de la violencia amenaza la democracia misma en México.
El secretario de Seguridad Interna de Estados Unidos, Michael Chertoff, dijo al diario The New York Times que había ordenado la elaboración de planes adicionales de seguridad fronteriza, a mediados del año, para evitar que los secuestros y asesinatos se propagaran a territorio estadounidense.
La alarma se está extendiendo también al sector privado. México, la segunda economía más grande de América Latina y el tercer mayor proveedor de petróleo de Estados Unidos, es uno de los 10 principales retos globales para el 2009, identificados por el Grupo Eurasia, una consultoría con sede en Nueva York.
México ha desestimado las preocupaciones de Estados Unidos.
“Lo que sí me parece inadmisible, es que se calcule al Estado mexicano como un riesgo de seguridad. Hay problemas en México que se van atendiendo, que se pueden atender más y mejor, y en eso andamos, lo que existe es el absoluto compromiso de todos”, dijo el miércoles Fernando Gómez Mont, el secretario de Gobernación espurio.
Sin embargo, Obama encontrará un panorama muy distinto en el vecino del sur, en comparación con el que halló George W. Bush. En el 2000, cuando Bush fue elegido, México había recién elegido a Vicente Fox en unos comicios considerados los más limpios de la historia, mismos que pusieron fin a 71 años de un solo partido en el poder.
Los mexicanos estaban esperanzados en un futuro estable y democrático.
Fox sugirió que estaba dispuesto a enfrentar a los cárteles narcotraficantes, pero los sumió en un vacío de poder al detener a sus líderes. Desde entonces, las bandas se enfrentan en pos de territorio.
Felipe Calderón, quien sucedió a Fox en el 2006, emplazó de inmediato a fuerzas militares en todo el país, en busca de recuperar el control. Pero los soldados y policías son superados en número y armamento, y los narcotraficantes han respondido con una violencia sin precedentes.
Las muertes atribuidas a la violencia del narcotráfico se duplicaron desde 2007 y sumaron más de 5,300 el año pasado.
Prácticamente cada mañana, aparecen en las calles de Ciudad Juárez y de Tijuana cadáveres mutilados, algunos sin cabeza.
Algunas víctimas son arrojadas en las escuelas. La mayoría aparecen envueltas en frazadas y abandonadas en terrenos vacíos.
Pocos cadáveres son identificados porque los familiares tienen miedo de presentarse a reclamarlos. La mayoría de los asesinatos queda impune.