Mario di Costanzo Armenta
Siempre he sostenido que el Estado crea sus propios monstruos y en muchos casos los ciudadanos los alimentamos con nuestra complacencia. Y si lo señalo de nuevo es porque lo que ahora sucede en nuestro país no tiene ninguna explicación que podamos calificar como medianamente sensata: se trata de aberraciones que, combinadas con la carencia absoluta de un sistema que garantice una cabal y congruente rendición de cuentas, nos tienen sumergidos en la mediocridad y la pobreza.
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