Por Tlacaelel
El teatro de la ciudad siempre me ha traído buenos recuerdos, allá por los 80s recuerdo haber asistido a un concierto de Silvio Rodríguez, grandioso e irrepetible; a mediados de esa misma década, Paco de Lucía y Pablo Milanés, Los Chalchaleros, Ellis Regina, Los Calchakis, Les Luthiers reafirmaron mi gusto por la música comprometida; también recuerdo una noche inmemorable para mí: el amor de mi vida y yo en un concierto de Alfredo Zitarrosa inolvidablemente sentimental; ya en este siglo, allí tomaron posesión los miembros del Gabinete Legítimo de López Obrador, hoy me reencuentro con él, en un acto de solidaridad con el pueblo hondureño.
Mel Zelaya es un orador excelente, conoce los tiempos y los temas de lo que habla, sabe trasladar a sus oyentes desde el hondo rencor para las oligarquías mundiales, los golpistas, Calderón y el imperio; hasta la entrega total por la democracia, Morazán, Bolívar, Zapata, Sandino, Castro, Chávez, Evo, Correa y López Obrador. Sabe distinguir las limitaciones de la democracia representativa contra algunas de las “bondades” del capitalismo. Pero también distingue que los tiempos corren y si no se dan las soluciones, el pueblo tiene el irrestricto derecho de manifestarse inclusive por la fuerza.
Con su sombrero blanco, símbolo de las otrora repúblicas “bananeras” de Centroamérica, representa al político moderno que va mas allá de la democracia local, su carisma rebaza fronteras, su mención recurrente por dios, desbalancea a algunos simpatizantes de la izquierda, y levanta el ánimo de quienes creen en la teología de la liberación. Sin hacer apología por el socialismo, durante su mandato impulsó acciones que mejoraron el nivel de vida del pueblo hondureño, como incrementar el salario, apoyos a la educación, a la salud, a la par del crecimiento económico de su país en cifras superiores a EU y países europeos; y sin embargo fue desconocido violentamente tanto de su puesto como de su país, por el solo hecho de enviar una propuesta para colocar una urna adicional, conde se preguntaría acerca de la participación más directa de la gente en las decisiones de gobierno de aquel país. ¿Sera que el imperio de la derecha solamente quiere títeres incondicionales para gobernar a los países que considera de su área de influencia?
El acto de ayer terminó con una excelente interpretación de Jesusa Rodríguez y Liliana Felipe a su canción, ”Nos tienen miedo porque no tenemos miedo”, todo un himno de la resistencia civil pacífica en México, y tal vez de otras partes de América.
Como sabemos, la izquierda casi siempre transita entre la injusticia y la victoria, recordemos Iztapalapa y ahora Honduras, como Teseo, sufre el agravio, sale a buscar al Mino tauro, hasta su propio dominio, lo vence y regresa triunfal, gracias a las huellas de su pasado, de su memoria de su participación solidaria y en grupo, por eso la mayoría de victorias son a cuentagotas y a veces sorpresivas.
5 de agosto del 2009.