CRÓNICAS DE TLACAELEL
En la actualidad el mexicano común y corriente vive el viacrucis como una situación de todos los días y no como una celebración que se tenga que llevar a cabo cada año, mucho menos como una situación mágico-religiosa, sino que como un padecimiento cotidiano que mucho tiene que ver con las condiciones sociopolíticas que una camarilla de fariseos modernos han impuesto al país.
Desde los últimos días del año pasado el mexicano de a pie fue condenado a través de un Juicio Sumario avalado por el PRIAN y algunos Chuchos a padecer todo el año, las alzas de precios en los productos básicos, las alzas en los precios del gas, de la gasolina, de la electricidad, el alza en montos de los impuestos sobre la renta y el IVA, etc.
Se podría pensar que si dichas medidas resultaran en beneficio de la forma de vida de la mayoría de los mexicanos, tendrían un cierto reconocimiento y justificación, pero es bien sabido que dichos incrementos que sacrifican a la mayoría de los bolsillos de los mexicanos solamente redundan en beneficio de la pequeña minoría oligarca y empresarial que es la que realmente gobierna este país.
A pesar de que la gente común ya vive en condiciones difíciles desde la irrupción del Neoliberalismo en México, se le van sumando cada vez más y más agravios, uno a uno, desempleo y salarios insuficientes, violencia generalizada y la presencia del ejército en las calles, la amenaza de la Intervención Norteamericana por el descontrol en la frontera norte y por sospechas de un estado fallido, se han convertido en las tres caídas con las que el régimen presumiblemente fuerte e independiente azota y lacera las garantías individuales y los derechos civiles y humanos del ciudadano común.