(Tomado de l'humanité, 3 de marzo 2009)
La crisis social toma una amplitud desconocida desde el fin de la segunda guerra mundial. Es violenta, brutal con el mundo del trabajo, de la creación, de la juventud lo mismo que con los jubilados. Los grupos capitalistas y los más afortunados, son tratados con mucha indulgencia. Los beneficios de las empresas que cotizan en Bolsa están al mismo nivel record que los años precedentes y los dividendos pagados a sus accionistas multimillonarios no disminuyen. El numero de sujetos al impuesto sobre grandes fortunas ha aumentado, pero, gracias a los límites y a las exenciones fiscales, ven sus impuestos disminuir. La crisis no es igual para todo el mundo. Ésta es la feroz ley del capitalismo.
Olas de despidos sin precedentes se abaten como un tsunami social, expulsan a miles de personas a la calle, en Francia y en todo el mundo. Las grandes sociedades multinacionales, que ayer nos habían presentado como iconos del capitalismo globalizado, cuyo pensamiento único pretendía hacernos creer que nos hacían avanzar cada día un poco más hacia un radiante futuro, decapitan el empleo, desvalorizan el trabajo, trituran a las familias. ¡De hecho, es la inhumanidad en marcha !