MIGUEL ÀNGEL GRANADOS CHAPA
No obstante proponer que el cuerpo humano es "templo vivo del Espíritu Santo", la Iglesia católica tiene horror oficial por la carne, aunque no sean pocos sus ministros que ceden a las tentaciones, las más de las veces en perjuicio de seres vulnerables, como niños sujetos al cuidado de quienes en vez de guiarlos los ultrajan. El mundo, el demonio y la carne (el cuerpo humano, su aptitud para recibir y ofrecer placeres) eran, son, los enemigos del alma.
De las familias de esos miles de víctimas no se habló en el VI Encuentro Mundial de las Familias, realizado hasta este domingo 18 en el Centro Bancomer de Santa Fe. Se habló, en cambio, de una familia ideal, la formada por padre, madre e hijos que se aman y asisten recíprocamente, modelo que ciertamente es perceptible en sociedades atribuladas pero que no es tan frecuente como reza la propaganda eclesiástica. El optimismo irreal de la Iglesia le dificulta ver cuán a menudo esa célula básica de la vida social es el espacio donde se generan algunas de las lacras mayores de nuestro tiempo, como la violencia y el autoritarismo.
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De las familias de esos miles de víctimas no se habló en el VI Encuentro Mundial de las Familias, realizado hasta este domingo 18 en el Centro Bancomer de Santa Fe. Se habló, en cambio, de una familia ideal, la formada por padre, madre e hijos que se aman y asisten recíprocamente, modelo que ciertamente es perceptible en sociedades atribuladas pero que no es tan frecuente como reza la propaganda eclesiástica. El optimismo irreal de la Iglesia le dificulta ver cuán a menudo esa célula básica de la vida social es el espacio donde se generan algunas de las lacras mayores de nuestro tiempo, como la violencia y el autoritarismo.
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