Finalmente se consumó la ruptura del Partido del Trabajo (PT). Una parte muy importante de su militancia y de sus dirigentes históricos en Durango abandonaron ese instituto político para incorporarse al Partido de la Revolución Democrática (PRD).
No se fueron solos. El pasado domingo los siguieron destacamentos del estado de México, Zacatecas y Veracruz, así como pequeños núcleos de militantes de entidades como Aguascalientes, Oaxaca, San Luis Potosí y Coahuila.
No es una escisión pequeña. Quienes se van dicen representar 40 por ciento de la membresía. Quienes se quedan aseguran que esa cifra está inflada y que apenas suman 3 por ciento. Pero, más allá de la disputa por el número de disidentes, se trata de una ruptura dolorosa. Sucede a escasos meses de los comicios federales, en el marco de una alianza electoral con Convergencia en la Coalición Salvemos México y de la disolución, para todo fin práctico, del Frente Amplio Progesista (FAP).
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