viernes, 21 de noviembre de 2008

PRD resquebrajado Lilia Arellano/Poresto


“Tras un recuento electoral, sólo importa quién es el ganador. Todos los demás son perdedores”.
Winston Churchill

Los pésimos resultados alcanzados por la administración de Felipe Calderón en sus primeros dos años como inquilino de Los Pinos y la feroz disputa por la dirigencia nacional del PRD entre “Los Chuchos” y los lopezobradoristas, que ha dejado al Sol Azteca literalmente partido, le abrió las puertas de par en par al PRI para recuperar nuevamente la posición de primera fuerza política del país y lo colocó con una gran ventaja en la línea de salida de la carrera por los 1,505 cargos de elección popular que se disputarán el próximo 5 de julio de 2009, en los que sobresalen  las 500 curules de la Cámara de Diputados, 6 gobiernos estatales y 565 presidencias municipales. De lograr capitalizar los errores de los perredistas y los yerros de los panistas, los priístas se colocarían en la antesala de la presidencia de la República para el 2012.
A siete meses y medio de esa importante contienda electoral, el PRI que dirige la tlaxcalteca Beatriz Paredes, y que operan el sonorense Manlio Fabio Beltrones y el yucateco Emilio Gamboa, los  principales aliados del calderonismo en el Congreso, se encuentra posicionado como el partido político que cuenta con el mayor respaldo del electorado, tal y como se ha demostrado en los procesos electorales locales del 2007 y de este 2008, que ya cerró su calendario comicial.  A nivel nacional la votación a favor del PRI oscila en estos momentos entre el 44 por ciento –según marca al última encuesta del periódico “El Universal”- y el 32 por ciento -del último sondeo de Mitofsky-; el partido de Calderón, Acción Nacional, ha caído al segundo sitio y pese a todo mantiene una votación factible de entre 34 y 25.5 %; mientras que el PRD ahora formalmente en manos del jefe de la banda de “Los Chuchos”, Jesús Ortega, alcanzaría únicamente alrededor del 11 por ciento de los sufragios.
En el último año, el Partido de la Revolución Democrática arrojó por la borda la posibilidad real de convertirse en la principal fuerza política del Congreso, debido a la codicia de sus principales dirigentes, Jesús Ortega, Jesús Zambrano y Carlos Navarrete, que probaron ya las mieles del poder en el Congreso y la cosecha que representa la complicidad con el gobierno federal en el proceso de elaboración de las mal llamadas reformas estructurales, entre las que destacan la hacendaría y ahora recientemente la energética. La feroz lucha fratricida entre las principales tribus o grupos políticos que integran al Sol Azteca, no sólo les ocasionó cuantiosas pérdidas electorales en los últimos dos años, lo que los llevó a perder hasta el 42 por ciento de sus seguidores y simpatizantes respecto a las cifras obtenidas en los comicios presidenciables del 2006, cuando el factor (Andrés Manuel) López Obrador les permitió doblar su votación (hasta el 30 por ciento del total) y sus ganancias -en términos de posiciones políticas- en el Congreso de la Unión, sino que los ha colocado en el peligro real de convertirse en uno más de “la chiquillada”, es decir de los partidos pequeños sin peso real en las decisiones nacionales.
El daño que la disputa entre Jesús Ortega y Alejandro Encinas le dejo de secuela al de la Revolución Democrática es brutal, su imagen se ha resquebrajado, la división entre sus tribus es inocultable y el rechazo entre los electores ha aumentado. Los análisis internos de la dirigencia perredista en las interinas manos de Guadalupe Acosta Naranjo reconocen que sin el Frente Amplio Progresista, es decir sin el Partido del Trabajo (PT) y Convergencia y el grupo de seguidores de López Obrador, están en peligro de perder hasta el 19 por ciento de los votos que conquistaron en el 2006, con lo que tendría que conformarse con sólo el 11 por ciento de la votación total, lo que lo colocaría como una muy menguada tercera fuerza política.
A pesar de los riesgos, no se ve aún por alguna parte el camino que pudiera llevar a la recomposición de la unidad de las filas perredistas y se espera que las divisiones se ahonden aún más, luego del rechazo de Alejandro Encinas a ocupar la secretaría general del CEN del PRD, como le correspondía, según el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, lo que mantiene la confrontación entre las dos principales grupos políticos: Nueva Izquierda e Izquierda Unida, cuyo siguiente capítulo es la disputa por las 55 posiciones dentro de los 11 órganos de dirección, que se definirán los últimos dos días de este mes,  cuando se determinen a los integrantes de los órganos de dirección reestructurados en el pasado Consejo Nacional.
Nadie dentro de las filas perredistas está dispuesto a renunciar a su tajada del pastel y mucho menos a permitir invasiones a los cotos de poder ya conquistados: “Los Chuchos”, aliados con Héctor Bautista de Alternativa Democrática Nacional, cuentan con más del 70 por ciento del control de la estructura  y dirección partidista del Sol Azteca, y de las posiciones en las cámaras de Senadores y de Diputados, pues tienen 12 escaños en Xicoténcatl y 50 en el palacio de San Lázaro. Este predominio está siendo fuertemente disputado por las tribus que se aglutinaron en torno a la candidatura de Izquierda Unida que apoyo a Alejandro Encinas, respaldado por López Obrador, quienes proyectan la constitución de un movimiento interno.
Pero en esa rebatinga también entrarán otros grupos como el que encabeza el jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, quien también ya se siente presidenciable y que tiene como plataforma a nivel interno al Movimiento entre Ciudadanos; y el de Martí Bartres, Izquierda Social,  así como los grupos Movimiento Cívico Unidad y Renovación, Movimiento de Bases Insurgentes (Movi) y Red de Izquierda Revolucionaria. Otras tribus que también jalarán agua a su molino son la de Amalia García, Foro Nuevo Sol, quien ya tiene en la bolsa la secretaría general del CEN y cuenta con 5 senadores y 10 diputados; la de Javier González Garza y Pablo Gómez, “El Movimiento”, que agrupa a 13 diputados; y la de Camilo Valenzuela, Red de Izquierda Revolucionaria. La pelea ya se llevó a terrenos a donde realmente les duele, el bolsillo, pues un grupo de diputados del PRD, encabezados por el hermano de Jesús Ortega, Antonio Ortega, decidió retirar su apoyo económico a López Obrador -que iba de los 7 a los 15 mil pesos por cabeza- porque, dicen ahora, no están de acuerdo con la forma de hacer política del tabasqueño cuya labor les permitió llegar a San Lázaro.
Los próximos días estaré pendiente de la conformación de la estructura de poder del PRD pues no se espera que por mera sobrevivencia política las feroces tribus perredistas hagan a un lado la codicia de sus dirigentes y logren alcanzar acuerdos que les permitan  mantener la unidad de su partido y colocarlo en forma para enfrentar los comicios del próximo año. 

No hay comentarios: