Al escuchar las palabras encendidas de los presidentes de Ecuador, Venezuela y de Evo Morales en la ceremonia de posesión de su segundo período, doy rienda suelta a la emoción de la alegría que me invade: un momento único en la historia de la vapuleada Latinoamérica, se deja de ser un Estado colonial para ser un estado plurinacional. Este hecho reviste una trascendencia sin par. Es también una osadía... a la vista de los oligarcas de dentro y fuera de Bolivia.
Ojalá el mundo comprenda el paso que esto significa en la historia del planeta, ojalá se respetara... ojalá. No hace mucho platicaba con el artista plástico José Rodríguez, excelente pintor boliviano que radica en México y me hablaba de la lucha que ha significado mantener el gobierno de Evo Morales, la incomprensión, el acecho constante de las fuerzas oligarcas que, como en México, como en toda América Latina se niegan a cualquier cambio que signifique el acceso del pueblo a una forma de vida equitativa, a una política ética, a algo que no se traduzca en la ganancia material hasta la náusea, pero sólo para esos pocos oligarcas que se piensan dueños del planeta.
El artista, moderado y suave al hablar, sólo mencionó una anécdota de la forma en que los gobiernos colonialistas regalaban a discreción la tierra como si les perteneciera y del dinamismo incansable de Evo Morales, de su sencillez de su gran intuición, y del peligro en que ha estado constantemente su vida.
La obra de José Rodríguez puede ser admirada en la Casa de la Cultura que recientemente abrió en el centro de Coyoacán, un regalo a la vista, una obra impecable y conmovedora.
Este fin de semana se llevarán a cabo también los festejos del pueblo boliviano en ese mismo centro de Coyoacán, hoy 23 de enero y mañana domingo 24 de enero, desde la mañana pueden visitar los capitalinos el lugar y disfrutar de la cultura boliviana.
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